Segundos de amor y guerra

El cielo se estremecía sobre él. Sordos sonidos le rodeaban, su alrededor estallaba, así como sus compañeros. Compañeros de infortunios, penas y desgracias: que pese a esto permanecieron firmes frente a un enemigo sin piedad, que amenazabalo que más querían. Su hogar, su país, tierra que los vió nacer, valles que los acogieron cálidamente, playas refrescantes y poderosas montañas. Estos hermosos paisajes llegaban a su mente, pero desaparecian tan pronto como las fugaces saetas acariciaban su silueta.
Miles de veces disfrutó de juegos en el bosque y pasó tardes enteras en las praderas de su tierra amada, preguntándose el por qué de esa belleza misteriosa, cómo aquellas figuras habían sido moldeadas y de dónde venía el poderoso caudal en el que jugaba. Pero en ése momento, en ese caos sin control, la única pregunta que dominaba su mente era por qué cambió los enormes a´rboles por edificios inmolados, el césped verde por escombros y cenizas, y aquel sol que brillaba majestuosamente en el firmamento por esa nube de odio, muerte y destrucción. La respuesta surgió ahí, en el mismo origen de la pregunta, era todo eso que había dejado atrás por lo que ahora soportaba ese infierno, su patria querida su Edén de niñez.
Al tiempo que ésta respuesta llegaba a su mente su corazón se enfurecía e inchósele el pecho de valor, tomó firmemente su arma y cargó hacia quienes amenazaban tan sublime lugar y mientras corría, una perla cristalina rodó por su cara porque aunque estaba seguro de que no volvería, moriría defendiendo aquello que amó.